viernes, 25 de marzo de 2011

Que no, que no...

Los portazos no se dan con lágrimas.
Se dan con rabia,
con la ira del por qué.

Los portazos no se dan con más errores,
ni con más caídas.
No existen remiendos para los pespuntes
deshilachados de la mirada

Vuelvo a prometerme:
No más ojos que no ven
si hay un corazón sintiendo.

Debí soltar amarras y navegar
No debí llenarme de humo el pulmón
ni embriagar mi humor...
y ahora no debo decirme qué debí hacer

Zamarreo a la razón que andaba adormecida.
Hoy no va a ser el delirio el que me aconseje
y cierro la puerta... que hoy vengo de vuelta.